Castrocontrigo
El núcleo de Castrocontrigo es el más importante en población del municipio al que da nombre. Situado a las orillas del río Eria su paisaje está sembrado de centeno, encinas y robles, así como pinares resineros, vegetación común al resto del municipio. A su paso por las distintas localidades y especialmente en la de Castrocontrigo el río Eria dejó numerosos molinos de agua, lo que demuestra el potencial hidráulico y el buen aprovechamiento del mismo.
La Villa de Castrocontrigo tiene sus orígenes en la primitiva ciudad de Aria, que estuvo situada en la cima del actual cerro del Castro. Aria dio origen a la denominación del río que recorre el valle, llamado entonces por tal razón, “Valle de Aria”, que dio lugar a la forma apocopada “Valdaría”, adulterada más tarde y convertida en la actual “Valdería”.
La ciudad de Aria es anterior a los romanos. Sus habitantes, llamados “Arios”, eran vecinos de los “Cabruragénicos” de Cabrera y los “Orniacos del valle del Ornia” – actual Valduerna.
Los antiguos pobladores vivían en castros, que eran un conjunto de cabañas de planta circular defendidas por un muro. Este tipo de cabañas todavía se puede ver en nuestros días, para uso ganadero, que son los teitos o payozas y del que todavía quedan numerosos testimonios arqueológicos en la zona, como en Corporales y Castrocalbón. Estos grupos eran autosuficientes, es decir, que no dependían de las relaciones con otros castros.
En la última mitad del siglo I aC., tras casi dos siglos de conquista, aún quedaban en la Hispania Romana dos pueblos sin dominar, los Astures y los Cántabros. A los habitantes de las zonas ribereñas del río Astura (el actual Esla), los romanos les denominaron Astures. Esta región constituye el distrito de Asturia (Conventus Asturum), con capital en Asturica Augusta (Astorga), adscrita a Ia provincia Tarraconense, que con el tiempo se convertiría en una pieza clave del Imperio Romano.
Esta situación de resistencia dentro de los límites del Imperio, le era políticamente muy negativa al nuevo régimen instaurado por Augusto, primer emperador tras la República, por lo que decidió acabar con la misma. Hoy en día la mayoría de investigadores e historiadores coinciden en que ésta fue la causa de la conquista de este territorio y no el oro, que fue una consecuencia posterior, ya que todavía no se conocía el verdadero potencial aurífero de Ia zona.
La contienda con los romanos comenzó el 26-25 a.C., sometiendo a los Astures Augustanos en el 22 a.C., y Marco Agrippa en el 19 a.C. tras las Guerras Cántabras sometería a los Astures Transmontanos y los Cántabros, completando así la conquista de toda la península. A lo largo de estos años y posteriores fueron constantes las batallas y escaramuzas. La principal batalla en la Meseta ocurrió muy cerca de Torneros de la Valdería.
Los romanos no tardaron en darse cuenta que los Astures poseían una fabulosa orfebrería de oro, que ellos mismos extraían de los ríos mediante el sistema del bateo (con un plato). Con los conocimientos que poseían por Ia experiencia en la minería del oro en otras zonas del imperio, sabían que había tres tipos de yacimientos: terciarios, que son las pepitas en poca cantidad en los lechos de los ríos; secundarios, concentraciones de oro mayores tanto en ríos como en tierra pero ya más cercanos a los yacimientos primarios; y estos últimos donde el oro estaba unido a la roca (cuarzo normalmente). Por lo que se pasó de una explotación artesanal a lo que podríamos llamar industrial. El trabajo final sería siempre el mismo, lavar tierra y recoger el oro depositado.
Tanto en los yacimientos primarios como secundarios, la cuenca del Eria era uno de ellos, la tierra la removían erosionando el terreno arrojando contra él grandes cantidades de agua que se hacia llegar mediante canalizaciones.
Otra opción era ir a buscar el mineral a la misma veta, bien a partir de galerías (fucaronas), o bien, echando la montaña abajo con el sistema que denominaban “Ruina Montium”, que consistía en minar la montaña con galerías y túneles con una sola entrada, para después hacer entrar agua en tromba y al comprimirse el aire producía una especie de explosión que derruía la montaña, a continuación se procedía al arrastre y lavado de toda esa tierra. Se calcula que en el noroeste peninsular, hasta el final del Imperio Romano (siglo III dC.), se removieron 580 millones de metros cúbicos de tierra y se extrajeron 230 toneladas de oro, produciendo Asturia la mayoría.
Cuando los romanos conquistaron el valle del Eria respetaron la ciudad y se establecieron en ella, mezclados con los supervivientes, y establecieron un campamento en la llanura que se extiende entre el cerro del Castro y el río.
Los pobladores pasaron a trabajar en la minería, en el mantenimiento de canales o en la producción agrícola y ganadera para abastecer tanto a trabajadores como al ejército romano. La población se redistribuyó a razón de la nueva situación, llegando también gentes de otras partes de la península. Según los investigadores la población de la cuenca del Eria aumentó en un 300%.
El campamento sirvió de base a las tropas que conquistaron La Cabrera y después de la conquista ejerció una labor de protección sobre la ruta del oro. A partir de entonces, comenzó la explotación de oro y plata en grandes cantidades, sobre todo del primero, que era transportado a Roma por una calzada que bajando de La Cabrera pasaba por Aria, cruzaba el campamento romano y atravesaba el río, dirigiéndose a Astorga. Por esta calzada, de la que todavía queda algún puente, se transportaba a Roma los minerales obtenidos en el laboreo de las minas y el excedente de lino, que era muy apreciado por los romanos dada su excelente calidad.
De la época romana ha aparecido en el Castro donde estuvo la ciudad de Aria, numerosas monedas, ídolos de divinidades y un busto de Trajano.
Con la entrada de los bárbaros en Hispania cayó el poderío romano.
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